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Se ha vuelto común decir: “voy a orar por ti”. Como una manera de expresar a otra persona que la apreciamos y que deseamos que sea bendecida.
Pero la verdad es que no siempre cumplimos con esa palabra y aunque decimos que vamos a orar no lo hacemos.

¿Alguna vez te has preguntado para qué estás aquí? Todos necesitamos encontrar una razón de ser que le dé sentido a nuestra existencia: eso que llamamos propósito.
Vivir sin conocer nuestro “para qué” puede conducirnos a un vacío existencial. La buena noticia es que no necesitas invertir años en la búsqueda de tu propósito porque ya Jesús te dio uno.

Nuestro amado Jesús es el ejemplo perfecto de cómo comunicar el mensaje del evangelio de manera sencilla y efectiva.
Él usaba parábolas y metáforas para ilustrar conceptos espirituales profundos de una manera que la gente común pudiera entender.
Su objetivo era que todos pudieran recibir y aplicar la verdad de Dios en sus vidas.

La vida no es un camino para andarlo solos. Aún Jesús contó con un grupo de amigos que mantuvo cerca y entre ellos, se fortalecían en la fe.
¿Qué hay de esos amigos que forman parte de tu vida, pero no de tu fe?

Ayer domingo, el ministro Mason King compartió con nosotros un maravilloso mensaje de la Palabra de Dios.
Él nos habló una vez más del poder del testimonio de vida como una de las formas más efectivas que tenemos de compartir el evangelio y por la que su mensaje se extiende alrededor del mundo.

Sí, “Dios es amor”. Estas tres palabras encierran una realidad transformadora que puede cambiar nuestras vidas y nuestro mundo.
Reflexionemos esta mañana en el poder y la necesidad que tenemos de caminar en el amor de Dios y compartirlo con los demás.

¿Alguna vez te has encontrado ante una situación verdaderamente complicada? Seguramente sí, ya que la vida está llena de desafíos.
Leamos juntos este inspirador pasaje que nos habla de cómo enfrentar desafíos aparentemente imposibles.

Dios está haciendo Su preciosa obra y está extiendo Su Reino aquí en la tierra a través de aquellos que lo aman, aquellos apasionados por Dios y por las almas.

Tus palabras, testimonio y actos de amor tienen un impacto en la vida de las personas. Un impacto mayor del que puedes comprender.
Una palabra amable, una sonrisa, un acto de generosidad, una conversación agradable, una oración… pueden ser usados por Dios para cambiar el corazón de una persona, de su familia, y de las generaciones por venir. ¿Acaso no es impresionante?

La paradoja del mundo moderno es que las personas se sienten cada vez más solas en una sociedad hiperconectada.
Como náufragos en un mar de ‘likes’, muchos anhelan conexiones genuinas que le den significado a su vida.
Ellos esperan ser encontrados… y Nuestro amado Señor Jesús ya los está buscando.