Lectura Bíblica

2 Corintios 3:18 NBLA
“Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”.

Reflexionemos

Continuando con nuestra reflexión de esta semana sobre ser transformados por la gloria de Dios, tenemos claro que debemos mirar en la Palabra de Dios, que es como un espejo en el que nos
reflejamos y que nos muestra cómo somos y cómo espera Dios que seamos. Y tenemos claro también que el conocimiento de qué necesitamos cambiar no es suficiente para hacer el cambio.
Reflexionemos entonces hoy en “el secreto del secreto”, como nos enseñó nuestro Apóstol Randy MacMillan.

La respuesta de dicho secreto está en Corintios 3:18, donde dice que nosotros somos transformados, cambiados por el Espíritu del Señor, a la imagen del Señor Jesucristo en la medida en que vamos mirando continuamente en el espejo de la Palabra.

Hay varios elementos a considerar aquí:
1) La Palabra dice: contemplando, este es un verbo de acción continua. Lo cual significa que mientras estamos mirando, contemplando continuamente al Señor a través de leer, reflexionar, meditar y caminar en su Palabra vamos a poder caminar sobre nuestras circunstancias y seremos cambiados a la misma imagen que estamos viendo…
2) Seremos cambiados a la imagen de Jesucristo, ¡y ese es el propósito que Dios revela para sus hijos en Romanos 8:29, Dios nos llamó a “a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”!
3) Tú no puedes cambiarte a ti mismo, es el Espíritu del Señor quien hace la obra de transformación en nosotros cuando venimos a su presencia, a su lugar secreto.

Cuando nos sumergimos en el secreto de la presencia de Dios, experimentamos cambios profundos en nuestra vida. Nuestras actitudes se vuelven más amorosas, nuestra compasión se extiende a los necesitados y nuestro carácter se moldea a la imagen de Cristo. Pero la transformación no se limita solo a nosotros mismos. A medida que reflejamos la gloria del Señor, también impactamos a aquellos que nos rodean.

Wow, definitivamente estos son tiempos para ser transformados, para cada día ser más como nuestro Señor Jesús y mostrar al mundo su gran amor, su verdad y justicia.