Mi Corazón es Tuyo

Continuamos reflexionando en el mensaje que recibimos el pasado domingo en el Servicio de Celebración. La Pasteora Gisella Greenfield nos advirtió acerca de los peligros más sutiles pero devastadores para la vida cristiana: el endurecimiento del corazón, es decir un corazón que poco a poco deja de ver, entender, oír y recordar la verdad y bondad de Dios (Marcos 8:17 y 18).
¿Cómo guardar y mantener nuestro corazón tierno para el Señor?

Lectura Bíblica

Salmo 139:23-24 NBV
“23 Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.
24 Señálame lo que en mí te ofende, y guíame por la senda de la vida eterna”.

1 Juan 1:9 NBV
“Pero si confesamos a Dios nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad”.

Salmo 119:9-11 DHH
“9 ¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia? ¡Viviendo de acuerdo con tu palabra!
10 Yo te busco de todo corazón; no dejes que me aparte de tus mandamientos.
11 He guardado tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti”.

 

Reflexionemos

Un corazón endurecido no solo bloquea nuestra comunicación con Dios, sino que también puede afectar nuestras relaciones con los demás manifestando falta de empatía, compasión y perdón.
La Escritura nos llama a buscar constantemente el corazón transformado por Cristo, uno que sea moldeable y receptivo a la dirección del Espíritu Santo.

En los tres versículos de nuestra lectura, el Espíritu Santo nos guía a 3 pasos para que podamos decirle al Señor, “mi corazón es tuyo”:
1) Examinando continuamente nuestro corazón y pidiendo al Espíritu Santo que nos examine, estorbe al pecado y nos ayude a ser conscientes cuando deshonramos a Dios.

2) Pidiendo perdón con arrepentimiento verdadero, el cual se manifiesta en una vida cambiada.

3) Guardando la Palabra de Dios en nuestro corazón, atesorándola y obedeciéndola.

Nuestro amado Señor puede suavizar incluso los corazones más endurecidos, transformándolos en instrumentos de amor y gracia.
Aferrémonos hoy a la promesa de Ezequiel 36:26, “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo”. Amén.

Preguntas: 

1. ¿Qué aprendí hoy cerca de Dios Padre, Jesucristo o el Espíritu Santo?
2. ¿Hay algún mandamiento que debo obedecer y algún pecado que debo confesar y abandonar?
4. ¿Hay alguna promesa que puedo declarar para mi vida, familia, iglesia o nación?

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