De Corazón

Qué agradable es estar al lado de personas sencillas, agradecidas, amables, que están siempre dispuestas a aprender… En otras palabras, personas de corazón humilde.
Reflexionemos hoy en esa maravillosa virtud que Jesús nos modeló.

Lectura Bíblica

Mateo 11:29 NTV
“Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma”.

Reflexionemos

Es una maravillosa noticia saber que podemos aprender a ser humildes, como dice el versículo que hemos leído hoy.
Jesús nos invita a aceptar su yugo y a caminar junto a Él, permitiendo que Él lleve el peso de nuestras cargas y preocupaciones.

En lugar de enfrentar los desafíos solos, podemos confiar en que Jesús camina a nuestro lado, sosteniéndonos en cada paso del camino.
Su yugo no es una carga opresiva, sino un vínculo de amor y cuidado, que nos lleva a experimentar una paz y una fortaleza inigualables.

A medida que nos acercamos a Jesús aprenderemos de ÉL y cultivaremos un corazón generoso y un espíritu compasivo hacia los demás y hacia nosotros mismos.
Aprenderemos la humildad que es como un manto que nos protege de caer en actitudes destructivas.

Además, en este proceso de aprendizaje y conexión con Jesús, encontramos descanso para nuestras almas. Ya no nos sentimos solos y abrumados, porque sabemos que tenemos un amigo fiel en Jesús, que nos sostiene y renueva nuestras fuerzas. Encontramos descanso en la certeza de que Él está en control, y podemos confiar en su plan perfecto para nuestras vidas.

Cuando vives en humildad de corazón:
Te das cuenta de cuánto necesitas a Dios para tomar decisiones, lo cual te lleva a buscarle en oración continuamente.
No necesitas mantener una apariencia ante los demás, sino que puedes reconocer tus fallos con gracia, y buscar ayuda para solucionarlos.
Valoras a los demás, especialmente a las personas cercanas a ti, y a mostrarles tu amor y el amor de Dios.

Que la humildad sea una constante en todo lo que hagas.
Que cada tarea, interacción y actividad que realices esté marcada con la fresca fragancia de la humildad.

Sin duda también será una oportunidad para que inspires a otros a acercarse a Jesús y recibir de Él su amor, descanso y ayuda.

Oración: 

Amado Padre, reconozco que necesito crecer en humildad. Anhelo tener un corazón humilde y tierno.
Te pido que me guíes cada día. Quiero ser sensibles a tu voz y caminar en tus propósitos perfectos.
Gracias por amarme.
Amén.

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