Cuando nos pasan cosas buenas la alegría nos impulsa a contárselo a otros, ¿verdad?
Pues contarle a otros esas cosas maravillosas que Dios ha hecho por nosotros es una sencilla y poderosa manera de acercarlos a Dios.
Que nuestra lectura devocional hoy te inspire a recordar todas las bondades de Dios por ti, y contarlas a otras personas.
Nos alegra que cada vez más personas entienden que el mandato de hacer discípulos es para todos los que creemos en Jesucristo y no sólo los pastores y líderes.
Aquí hay pregunta con la que quizás te identifiques ¿en qué momento voy a hacer discípulos si mi tiempo sólo alcanza para cumplir con todas mis responsabilidades?
La respuesta la da Jesús en la Gran Comisión:
¡Anhelamos que nuestro corazón arda apasionado por las almas! Y el mejor ejemplo de esa pasión y amor genuino por las personas nos lo dio Jesucristo.
La lectura devocional de hoy inicia con un hombre que exclamó: «¡Qué bendición será participar de un banquete en el reino de Dios!».
¡Wow! ¿Puedes imaginarte ese banquete en el reino de Dios? ¡Será fantástico! Tú y yo ya hemos sido invitados y llegará el día en el que comeremos y beberemos con Jesús a Su mesa en el Cielo!
La primera definición de visión tiene que ver con la capacidad de ver, es decir de percibir la realidad física a través de nuestros ojos.
Pero hay otra clase de visión y es de esa que Dios quiere hablarnos hoy. Aquella acerca de lo que vemos con nuestros ojos de la fe, no con los ojos físicos.
La primera definición de visión tiene que ver con la capacidad de ver, es decir de percibir la realidad física a través de nuestros ojos.
Pero hay otra clase de visión y es de esa que Dios quiere hablarnos hoy.
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