Guía Devocional Comunife

¡Es tan impresionante el poder tan grande que tienen las promesas de Dios en nuestra vida!
Cada una de ellas son una nueva oportunidad para experimentar la gloria de Dios en tu vida.

Seguramente que una de las cosas que habrás experimentado en varias ocasiones a lo largo de tu vida es que los tiempos de Dios no son normalmente como los nuestros.

Muchas veces nos gustaría conseguir las cosas de una manera rápida y sencilla, porque tenemos los ojos puestos en la meta. Tenemos un objetivo, un destino, y queremos llegar ahí lo más pronto posible.
Dios, sin embargo, no está tan centrado en la meta, sino en el camino, y en el proceso para llegar a ese destino. Él te da promesas, y quiere que puedas disfrutarlas, pero, mientras tanto, Él usa ese proceso para obrar en tu vida, para moldear tu corazón y prepararte para que puedas cumplir tu destino.
¡Es tan preciosa y tan sabia la forma en la que Dios obra en nuestras vidas!

La paciencia es precisamente otra de las claves más importantes a la hora de poder ver las promesas de Dios totalmente manifestadas en nuestra vida.

Continuemos nuestra reflexión devocional con la palabra clave de ayer: FE.
La fe abre la puerta a los milagros de Dios en nuestra vida, y al cumplimiento de Sus promesas.
Un buen ejemplo de ello es Abraham. Él es conocido en la Biblia como “el padre de la fe”, y con razón: Decidió creer a Dios cuando nada tenía sentido.

Dios nos da promesas extraordinarias en Su Palabra. De hecho, estoy seguro de que, si te pidiese que me digas un promesa de las Escrituras, podrías sin duda decirme unas cuantas, ¿verdad?

Si hay algo que puede mantenerte firme en el camino y que puede ayudarte a avanzar de manera constante, ese algo es la fe.

Caminar en fe tras las promesas de Dios podrá tardar más o menos tiempo en llegar al destino que deseamos, y ser más o menos largo… Pero podemos estar seguros de que llegará finalmente, y lo mejor es que seremos transformados y edificados en el proceso.

La obediencia es el reflejo de un corazón transformado por el amor de Jesucristo. Un corazón que anhela vivir de acuerdo a su voluntad. Porque, al vivir así, honro a mi Dios, quien lo dio todo por amor.

No eres llamado a hacer lo que los demás hacen, sino lo que Dios te llama a hacer.
No te compares con los demás, porque eso, o bien hará que te relajes al considerarte mejor, o te desanimará al considerarte peor, pudiendo llevarte incluso a abandonar.

Una de las cosas que más nos cuesta aprender en nuestra vida como cristianos es la obediencia a Dios. Aun Jesús mismo, en su naturaleza humana, necesitó aprender el valor de la obediencia al Padre, y eso le perfeccionó para cumplir Su plan de salvación. ¡Gracias a Su obediencia perfecta, ahora tú y yo tenemos acceso a la salvación!

A la hora de crecer y de conseguir cosas, hay una cosa que está directamente ligada a la disciplina y es el sacrificio. No es una palabra que nos suela gustar demasiado, pero todo lo que hacemos que realmente merece la pena suele conllevar un cierto grado de sacrificio.

Los deportistas por ejemplo, no dejan de sacrificarse con el objetivo de alcanzar su victoria en las competencias deportivas. De igual manera, cuando queremos seguir al Señor y hacer Su voluntad, eso muchas veces implica renunciar a cosas que nos apetecen, y estar dispuestos a dar pasos fuera de nuestra zona de confort.