Es impactante leer cómo la respuesta de la mujer samarita a la revelación de la persona de Jesucristo fue dejar su cántaro —tal como los discípulos dejaron sus redes de pesca— e ir corriendo a contar y dar testimonio de que había sido librada del pecado y la condenación a través del perdón. Ya su carga estaba eliminada y no tenía vergüenza de contarlo porque había sido perdonada.
La samaritana no escondió su pecado, ya no había vergüenza en ella, ya todo estaba perdonado por medio de Jesús.
Al llegar al pueblo, la mujer compartió sobre su experiencia con Jesús, invitando a los aldeanos a ir a Jesús.
El resultado de este testimonio poderoso fue que “de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: Él me dijo todo lo que yo he hecho” (Juan 4:39).

Recuerda en este momento, ¿quién te contó acerca de Jesús?
Sea que nos sintamos o no, llamados a evangelizar, la respuesta de nuestro corazón ante las manifestaciones del amor de Dios debe ser ir y contar a otros sobre ÉL.
¡Que nada te detenga, ni siquiera las muchas ocupaciones (los cántaros)!