Guía Devocional Comunife

Nuestro Dios y Rey no nació en un palacio rodeado de lujos. Nació en un pesebre, en un pueblo pequeño, mostrando su humildad y su deseo de alcanzar a todo tipo de personas.
Reflexionemos hoy sobre la sencillez y la humildad que marcó el comienzo de la vida de Jesús, quien vino al mundo para enseñarnos el amor de Dios.
Y en esta temporada navideña, inspirémonos en su ejemplo de humildad para manifestar el amor de Dios a aquellos que más lo necesitan.

El mensaje de la Navidad son las buenas nuevas del Evangelio.
Así como el ángel anunció a los pastores la buena noticia del nacimiento de Jesús, así tú y yo estamos llamados a hablar con los que nos rodean sobre el gran amor de Dios en Jesucristo y anunciar que Él es nuestro Salvador.

Asegúrate de no dejar por fuera de la Navidad lo más importante de ella: el nacimiento de Jesucristo.
Su nacimiento es un cumplimiento de las promesas que Dios hizo siglos antes de que viniera al mundo.
Dios nos dio a su Hijo unigénito como un regalo para toda la humanidad. Por eso en Navidad se habla de regalos y de dar. Porque Dios padre dio a Jesús, nos dio a su Hijo que vino a la tierra a vivir entre los hombres.

Hoy estamos empezando una semana especial: la semana de Navidad.
Este es el mejor momento para que tú lleves el mensaje del nacimiento, la vida, la muerte, la resurrección de Jesús y su pronto regreso.
¿Sabes por qué? porque en Navidad los ojos se vuelcan hacia el pesebre de Belén y los corazones son más sensibles a la voz de Dios.
¡No perdamos la oportunidad de anunciar a Jesucristo en esta Navidad!

El amor de Dios es un regalo que no podemos guardar solo para nosotros mismos; está destinado a ser compartido, celebrado y multiplicado.
No importa si tienes muchos años o pocos días de haber conocido a Jesús, tu historia (tu testimonio) es único y precioso.
Al compartirlo con otroos tiene el poder de impactar vidas y traer esperanza a aquellos que necesitan escucharla.

Así como el Apóstol Pablo testificó de su experiencia con Cristo ante ricos y pobres, ante reyes y autoridades, también nosotros estamos llamados a ser testigos valientes en nuestra esfera de influencia.
Recordemos que nuestros testimonios son instrumentos poderosos en manos de Dios para tocar corazones y cambiar vidas.
Al compartir nuestras experiencias llevamos la verdad redentora de Cristo tanto a aquellos que ya conocen el Evangelio como a aquellos que aún no lo han escuchado.

Amada Familia de la Fe, con la guía de Papá Dios, esta semana estamos reflexionando acerca de nuestro testimonio.
Hoy queremos destacar que nuestro testimonio es la expresión viva de cómo Dios ha transformado nuestra existencia: aquello que hemos visto, oído y experimentado en nuestra relación con el Señor.
Nuestra oración es que Dios te ayude a ser siempre una luz, a invitar a otros hacia Jesús y ver Su impresionante obra en las vidas que te rodean.

Mientras seguimos reflexionando acerca de ser testigos de nuestro amado Señor Jesucristo, cuán importante es que entendamos que el Espíritu Santo no nos llama a dar sermones o decretar juicios ni a imponer nuestras creencias sobre los demás. Sino, que Él nos llama a que nuestra vida sea testimonio del gran amor de Dios por los demás. De expresar con palabras y hechos nuestra esperanza.
Cuando tú y yo vivimos así, las personas a nuestro alrededor se preguntan por qué somos diferentes. Es entonces que se abren las puertas y tenemos la oportunidad de compartirl el evangelio.

Creemos en la dirección impartida ayer a través de la Profeta Pilar Rosero en nuestro Servicio de Celebración.
“Testigos”, fue el eje de su mensaje. Dios está levantando un ejército de testigos para esta temporada de prodigios, milagros y señales en la que estamos entrando.
Y tú y yo somos de aquellos a quienes Dios está llamando a ser testigos para ir y establecer el reino de Dios en nuestro entorno.
Preparemos el corazón para ser los testigos que Dios busca. En nuestro tiempo devocional reflexionaremos acerca de ser testigos.

Familia de la Fe, concluyamos esta semana de reflexión acerca del ejemplo de María como una mujer que amó a Dios.
Que el Espíritu Santo inspire nuestro corazón a encontrar la paz en medio de toda situación, a reflexionar sobre las bendiciones que nos rodean y a descubrir la presencia de Dios incluso en los detalles más pequeños de la vida.